5/21/2012

"EL PILAR" NO CUBRE EXPEDIENTE EN CORDOBA


Hubo una época en el toreo, que las ganaderías salmantinas tenían gran predicamento entre la afición. Apellidos ilustres de criadores,  que con una intuición fuera de lo normal, vestían los carteles de las grandes ferias. Vacadas que antaño  eran demandadas por toreros y afición. Recordar los Pérez Tabernero, Cobaleda, Antonio Pérez de San Fernando, Atanasio Fernández, Lisardo Sánchez o José Matías Bernardos, conocido con el sobrenombre o apodo del “Raboso”. Todos marcaron una época y con su sapiencia ganadera fueron dando su propia personalidad a los toros que criaron en las dehesas del campo charro.
Hoy el campo bravo charro languidece. Una única sangre se extiende como una mancha de aceite por toda la cabaña brava. Las sangres históricas salmantinas se mantienen a duras penas. Se reducen vientres y algunas han terminado su historia en los fríos y oscuros pasillos de los mataderos. Solo algunas pocas se mantienen. Francia y algunas plazas del norte son sus feudos, o mejor dicho, su tabla de salvación.
Se presentaba la vacada de “El Pilar” en Córdoba. El viejo encaste que criara el “Raboso”, formado por reses de María Antonia Fonseca, que a su vez procedían de Juan Pedro Domecq y Díez, antes de que el toro “Lancero” de Torrestrella, injertara un goterón de sangre “nuñez” y se terminase de configurar el encaste “domecq”, solo ha servido para mostrar que el mal que padece la cabaña brava es endémico. El toro de hoy, sea cual sea su procedencia, adolece de las características de lo que debe ser un toro bravo. Casta, raza, movilidad y trapío están ausentes. La corrida que suponía traería una bocanada de aire fresco a Córdoba, no ha servido. El toro de “domecq” más primigenio acusa las mismas carencias del más evolucionado. “El Pilar” ha defraudado a la afición cordobesa. Para este viaje no se necesitan alforjas. O mejor dicho, no hacía falta embarcar una corrida en Salamanca para finalmente defraudar como defraudaron los de “El Pilar”.

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